Albicelestes y Fortineros fueron enormes
protagonistas durante los destellos iniciáticos, y se encargaron de
atestiguarlo tanto sus futbolistas en los terrenos de juego, como así también,
sus fieles seguidores en las cercanías de los estadios.
La distancia no excedía el puñado de
cuadras, y las fronteras se recorrían caminando; mirando siempre de reojo, y más si era el día
del partido. En ese escenario, se hicieron clásicos rivales, y no por que a
alguien se le ocurrió. Se ganaron partido a partido la trascendencia de ser
grandes adversarios, y prontamente, contagiaron a una ciudad que esperaba con
pasión, ilusión y nerviosismo, la fiesta del domingo.
En abril de 1949, se estaba desarrollando
el Torneo Preparación. Un campeonato destinado a medir la calidad de los
planteles previo al certamen oficial. En semifinales, la escuadra del batallón
venció por 3 a 2 a la “fortinera”, y avanzó de fase.
Esa “pica”, se trasladó al 21 de agosto,
cuando los futbolistas, debieron sacarles virutas a los tapones, y demostrar
cuál de los dos era el mejor team de la barriada. En esta oportunidad, ambos
llegaron invictos a la 8º fecha de la primera rueda, y la relevancia del
encuentro, desencadenó numerosos poemas escritos por Breck, y el análisis
profundo de los periodistas en los diarios.
La cita, terminó reuniendo a 2.500
personas, y trajo aparejado el record de recaudación con $1.325.50 m/n.
Cantidad no registrada hasta ese momento en un partido de fútbol por el
campeonato local.
Tras el “pitazo” final, los aficionados
de color “Blanco y Negro”, se llevaron la máxima satisfacción, a merced, del
triunfo por 3 a 0.
El 23 de octubre, el match entre los
clubes, provocó el interés general del pueblo. Porque, de su resultado dependía
el ganador del torneo.
Los paranaenses estaban obligados a
ganar, para achicar la diferencia de dos unidades que lo separaban de su rival,
y se jugaban todas sus chances. Pero había algo más. Era el “tercer” partido
del año, y el que definiría el prestigio del barrio.
En ese ínterin, se vio a una ciudad
expectante del resultado. Un público ansioso por desbordar las instalaciones
del Club Teatro Municipal - lugar que haría de local El Fortín-. Sin embargo,
la celebración no fue ni de uno ni de otros, debido a que el cotejo no terminó.
El árbitro sancionó dos penales en forma consecutiva para los “Fortineros”, y
expulsó a un jugador de Paraná, cuando el resultado todavía estaba a favor de
los albicelestes por 2 a 1.
Una vez ejecutado el penal, llegó el 2 a
2. Esto desencadenó la euforia de los futbolistas y sus parciales, que
invadieron el campo de juego, y se entre cruzaron a golpes de puño
(Circunstancia inusual en esa época). Obligando al referí del partido, a
suspender el encuentro por falta de garantías policial faltando 12 minutos.
Al final, los hechos ocurridos fueron
trasladados al tribunal de penas de la liga. Donde determinaron, “dar por
concluido el partido con el mismo tanteador”. Medida que, obviamente, terminó
favoreciendo a los “blanquinegros”, dado que, mantuvieron la ventaja de puntos,
y se coronaron campeones del torneo oficial.
EL AÑO A AÑO
El juego de los dos grandes de la ciudad,
despertó una clásica pasión, durante toda la década del 50. Cada
enfrentamiento, estaba en los primeros planos de la gente, y eso se observaba
reflejado en los diarios. Durante ese periodo, existió una neta paridad, y las
conquistas, fueron repartidas. Triunfos de ambos lados se mostraron hasta 1956.
La inesperada desafiliación en los años
57 y 58, por parte de El Fortín, dejaron sin clásico a San Nicolás. Los
adversarios, volvieron a la competencia de la liga, en 1959, y no le fue
sencillo enfrentar a Paraná, que había tomado protagonismo. Por eso, los
paranaenses se adjudicaron los dos encuentros ese año. Lo mismo, ocurrió en las
temporadas del 60 al 62, donde los “blanquinegros” no pudieron sustentar los
planteles, y se reincorporaron en el 63.
LA DESMORONACIÓN
La rivalidad, se quebró finalmente en
1964, cuando la institución de calle Maipú, desapareció completamente, durante
28 años.
Recién en 1991, la dirigencia rival, se
dispuso a presentar un equipo en cancha, pero el fervor profundo, ya no
enardecía el corazón de los aficionados.
Paraná, no sentía con vehemencia los
compromisos contra la divisa barrial, y los clubes dejaron de enloquecer a sus
seguidores. Las estadísticas se cerraron en el año 2003 con el nuevo “Adiós
fortinero”.